El agua como elemento lúdico y terapéutico, siempre ha sido y significado fuente de vida, habiendo sido divinizada y purificada por todas las culturas a lo largo de la historia.
Los primeros vestigios datan de la etapa Mesopotámica, donde ya el Imperio Persa disponía de lugares específicos, pero es en la antigua Grecia, y muy en especial en el Imperio Roma-no, cuando las termas adquieren una importan-cia relevante para la sociedad de la época. Se convierten entonces en un punto saludable de encuentro y relación social. Ya Hipócrates animaba a la ciudadanía a utilizar las termas, y en su tratado “Uso de los líquidos”, enfatizaba las grandes virtudes de las aguas termales, como auténticas fuentes de bienestar y energía.